Es una enfermedad muy conocida que recibió primero el nombre de acné rosácea por la similitud de sus lesiones a las de acné. No obstante, este término ha quedado obsoleto por su falta de relación con la glándula sebácea, fundamental en la producción del acné.
Es de evolución crónica y afecta sobre todo a zonas convexas de la cara: mejillas, cuello, nariz y frente. Es frecuente y se presenta tanto en hombres como en mujeres, si bien son ellas las que con más frecuencia consultan al especialista.
La causa de la rosácea es desconocida, probablemente debida a múltiples factores. La mayoría de los autores la consideran como una enfermedad de origen vascular que se caracteriza por una reacción exagerada de la circulación facial frente a diversos estímulos. En concreto se produce un aumento del flujo sanguíneo y una dilatación de las luces vasculares.
La rosácea cursa en brotes y presenta uno o más signos de distribución centrofacial. Habitualmente son transitorios e independientes y pueden coexistir varios de ellos en un mismo paciente.
Signos
Dentro de los signos de esta patología destacan:
• Rubor o rojez transitoria, que se caracteriza por un intenso enrojecimiento imprevisto en la cara y en el cuello, que provoca una sensación muy desagradable.
• Eritema o rojez persistente, que es el más común y a veces el único, localizándose en la parte central de la cara, donde han tenido lugar los fenómenos de rubor o flushing.
• Pápulas. Cuando la enfermedad está más avanzada pueden aparecer pápulas rojas, con o sin componente de pus, que recuerdan a las lesiones de acné. Este signo primario de la rosácea se caracteriza por brotes recurrentes y se localizan predominantemente en la frente, dorso nasal y mejillas.
Se pueden asociar otros signos secundarios, como quemazón de predominio en los pómulos, sequedad y descamación en zona centrofacial, y edema o hinchazón principalmente en la frente, nariz y mejillas. Además, puede observarse en, al menos, el 50% manifestaciones oculares. Se han descrito lesiones de rosácea en otras localizaciones como el cuello, zona del escote y parte alta de la espalda. Con el paso del tiempo, se produce una importante hiperplasia de las glándulas sebáceas e inflamación profunda, constituyendo masas que se denominan «fimas».
Se definen cuatro estadios de la rosácea a lo largo de los cuales se desarrolla el proceso, presentándose en el estadio I el rubor o flushing y en el estadio IV, grandes nódulos inflamatorios y a veces ¨fimas¨.
Tratamiento
Si la enfermedad está más avanzada utilizamos antibióticos por vía oral, como las tetraciclinas, metronidazol y la eritromicina. En las formas graves, que no han respondido a otros tratamientos, utilizamos la isotretinoina oral (derivado de la vitamina A).
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